La experiencia de LD con la Sanación reconectiva.

Hace dos veranos, estaba convaleciente de un brazo roto desde hacía unos dos meses, con grandes dolores todos los días, ya que no me apetecía tomar antiinflamatorios (me sentó faltal alguno que tomé)  ni calmantes. He de decir que mi forma de alimentación fue idónea, y la fractura cerró rápida y estupendamente.

De hecho, no fui al hospital hasta pasados 13 días, por indicación del osteópata que me vió el 12º
día... (estaba de vacaciones, y viendo que habría de coger la baja, tuve que ir)  y el traumatólogo admirado de que llevase tantos días y ¡no se hubiese movido el hueso de sitio! en la radiografía se vió que el hueso ya estaba regenerando tan rápido y tan bien...   De hecho hacía movimientos suaves bajo el agua y me sentaban genial.

Estaba mejor antes de ir al hospital que después, pues me pusieron un cabestrillo fijo (no yeso, menos mal...) ¡recomendándome no mover el hombro! Era mucho peor no moverlo.. dolía más y todos los músculos se contracturaban de rebote. De hecho hay escuelas que recomiendan no inmovilizar una fractura.. y al ser tan cercana al hombro, inmovilizarlo significaba que la posterior rehabilitación iba a ser muy penosa y dolorosa. Me lo venía venir y así fue... 

Un buen día soleado me llamó Mariam diciendo que ya era reconectora y me ofreció la sanación reconectiva para mi dolencia. Yo había oído hablar de la reconexión, en el sentido de que alinea el ADN tal como tiene que estar. Me lo tomaba más bien como algo espiritual. Al decirme Mariam que no era solo eso, sino que también sana dolores y enfermedades y que probando no perdía nada, pues me lo regalaba y al tiempo le servía como práctica inicial… acordamos hacerlo.

Me ponía la bolsa de agua caliente al levantarme y al acostarme, que era cuando más dolía…  Así que acordamos hacerme una sanación reconectiva, en tres días seguidos a la misma hora. Tenía que tumbarme en la cama y estar tranquila, sin hacer nada especial, unos 50 minutos aproximadamente creo recordar.

Durante la sesión, en la que me ocupaba solo de respirar tranquilamente, noté una relajación agregada a mi dolor de brazo, que me empezó a transmitir a todo el cuerpo una gran sensación de bienestar. También notaba como una energía agradable actuando en el hueso. Me quedé tan bien que seguí una hora más tumbada en ese bienestar tan especial, así que tardé bastante más de la cuenta en responder por email a Mariam sobre la experiencia, como habíamos quedado. Seguía contenta y el dolor realmente se había amortiguado. Desde ese día el proceso de recuperación del brazo dió un importante giro positivo: Hubo un antes y un después, con una buena dosis de ánimos añadida.

¡Muchas gracias, Mariam!